miércoles, 9 de noviembre de 2016
EXPLICACIÓN, DISCULPA
La mano ya no encuentra la otra mano
cuando se estira, ya no dan los cuerpos
el salto de la cita en la penumbra,
ya la tristeza pronunció su estirpe.
Estirpe de los pasos en la pieza,
y cita ahora con los libros de antes
--los que leí cuando la mano hallaba
respuesta--, y cuerpo solitario, oscuro,
con una oscuridad no de caricia
sino de desamor. (Finge la lámpara
asomo de tibieza, y sólo logra
oscuridad de luz; su simulacro
invade la nostalgia con el velo
de la desesperanza. Quién dijera
que las habitaciones nos zahieren.)
En fin, no quiero figurar Arcadias.
Tampoco la protesta, ni el despecho.
Apenas si la enunciación del sitio
real de este poema: las paredes,
la primavera idiota de la noche,
los libros aferrados al reflujo
y la traición o vicio de los versos.
25-7-1997.-
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