sábado, 18 de julio de 2020

APUNTE ENÉSIMO


Cuando callamos, más bien cuando dejamos pasar el precioso momento de la sinceridad, cuando se da lugar a la desidia de las conversaciones que repiten gestos, preguntas que no se renuevan, se aleja cada vez más la posibilidad del cambio, de la variación de luz, del más mínimo acercamiento a esa persona para la cual hemos muerto. Lo no dicho se agiganta en nosotros con la voracidad de un fantasma, por más que nos prometamos que la próxima vez no, que hablaremos o, mejor, intentaremos esa suave caricia que borraría muros. Y, así, caemos en el juego vano de las asechanzas sin destino, espejos en que se reflejan sólo nuestros temores y vacilaciones. Como la barca para la cual está vedado, y por siempre, el acceso a su puerto final. 

2 setiembre 1997.- 

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