de tu canción de mar.
Tus gestos me detienen
como si fueran muros.
Hay algo azul, azul,
que me convoca a vos.
Muros de madreselva,
lenta canción sin fueros.
Y por la senda de los imposibles
me entero de tu risa. No lamento
los imposibles. Risa tan al frente
como un balcón y muro, como un arpa
con solo de soprano. Lentitud
de calle amanecida, de borracho
de tu esplendor. Ardilla del que muere
y ronda en torno a vos, como una sombra
digo y desdigo la confusa pena.
Si nunca acordarás
labio o sombra de tez
en la noche precisa,
recordaré los sueños;
si jamás te oirá
risa a mí de tu faz,
perderé lozanía,
seré tu amigo pulcro.
7 junio 1997.-
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