todo mezclado, puro maremoto,
y cuando menos se lo espera el ágil,
monedas de estación, acompasadas.
Llaveros, o riberas.
Maderos, o metal. La lamparita.
La bola de aluminio. La difunta.
Todo mezclado, pero, de repente,
clara estación de la cosecha sana.
Maderos, o metal.
Y así la despedida,
el largo arroz, la ropa,
la noche de costado,
cielo al revés --Solanas--.
Así la despedida se digiere.
Asado de los muertos,
sifón de los occisos,
todo cosecha negra,
y volver a empezar:
asado de los muertos, que nos comen.
Un ciego corrigió la adivinanza:
le puso piedras, cruces y vertientes.
12 junio 1997.-
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