miércoles, 20 de enero de 2016

NUEVO EPÍLOGO


Siempre poemas de nombrar lo mismo. 
De darle vueltas. Como si buscara 
un grito, una estación. Una tormenta 
viene y arrasa con los desengaños. 
Ya ni eso quedaría. Cruel, vacío, 
muestro los dados de la lentitud. 

II 

Pido un café. Marchito, me preparo 
a la razón cansada, al explicarme 
sin mucho honor. (La taza me convida 
esa amargura de los dos silencios.) 
Un auto me reclama. Vagabundo 
de tu palor. (Insípida amargura.) 
Ya no pregunto. Ya la madreselva 
toma mi cuerpo, calla un resplandor. 

III 

Y sigue el infortunio de la mesa, 
sigue una plaza que pidió mi noche, 
sigue la sombra, en fin, sigue el epílogo 
eterno, inacabable, sigue el olmo: 
una vez más regresa la distancia. 

5 junio 1997.- 

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