I
Siempre poemas de nombrar lo mismo.
De darle vueltas. Como si buscara
un grito, una estación. Una tormenta
viene y arrasa con los desengaños.
Ya ni eso quedaría. Cruel, vacío,
muestro los dados de la lentitud.
II
Pido un café. Marchito, me preparo
a la razón cansada, al explicarme
sin mucho honor. (La taza me convida
esa amargura de los dos silencios.)
Un auto me reclama. Vagabundo
de tu palor. (Insípida amargura.)
Ya no pregunto. Ya la madreselva
toma mi cuerpo, calla un resplandor.
III
Y sigue el infortunio de la mesa,
sigue una plaza que pidió mi noche,
sigue la sombra, en fin, sigue el epílogo
eterno, inacabable, sigue el olmo:
una vez más regresa la distancia.
5 junio 1997.-
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