lectura de Guillén
Un halo de la luz que te mantiene
se posó sobre vos con suavidad: un roce,
una tenue vasija. Te asombraste
como los niños ante la mañana.
Y recordás el verso de desidia
que azota la vereda de tu rostro.
¡Cómo se va el vacío, cómo vuelve
la claridad marina!
(Juntás tus manos --vibran de candor--
o las llevás a tu costado. Casi
como dormido te envolvés del mundo
que habita tu rincón. En la cortina,
o en la pared --también en las baldosas--,
ríe su risa un ángel, y se va.)
15/05/97.-
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