domingo, 3 de enero de 2016

PRIMERA MANIFESTACIÓN DEL NÚMERO

Te tengo, no te tengo, se te siente, 
se te presiente, te volvés lejana, 
fantasma de la sal, rendida puerta, 
aro de nieve, noche de la luna. 
Te siento, no te siento, se te tiene 
en cloroformo, en hábito, en semilla, 
laguna del sediento, rebelión 
en la injusticia, seda de ternura. 

¿Cómo desovillarte, cómo asirte 
si el cenicero niega tu sonido? 
¿Cómo cebar un mate a la distancia 
si la estación insiste con veredas 
en las que te movés como una herida 
sin daga y sin vendaje, pardamente? 
La cerrazón del cielo no conforma 
ámbito claro para la sequía. 

Todos tenemos alas de diamante 
o la seca canción del infortunio; 
todos ganamos golpes con la lima 
de los que encierran, de los que someten. 
Y silba el caramillo de la duda, 
cierra su mente el artefacto y niega, 
inauguramos libros sin sosiego, 
caras de poste alumbran las cantinas. 

Pero una elocución muestra, por radio 
y a altas horas, que lo que conocimos 
vuelve en vahídos torpes, y las canas, 
si por un lado dicen de las horas, 
por el otro, muletas innombrables, 
muestran un reino de paisajes muertos 
y vivos a la vez, y en una llave 
vemos un vaso, y en un disco un bronce. 

Y así te conejeo, junto briznas 
de tu lámpara fiel, y recompongo 
la siesta de los besos, y conjuro 
tu hambre sin diente que me dicta versos 
como lisas medallas del pasado, 
colina sin ropaje o escenario 
por descubrir, cuaderno sin ribetes 
en el que pido tu collar oscuro. 

Hay una cama ahora en las baldosas, 
cobijo de la vela; allí descansa 
un número infernal, arquitectura 
por elevar. La flecha de tus ojos 
lo dibujó, sin reparar en gastos. 
Alimento ese número con agua 
y nada más. Mi tumba es otro número 
que en los pasillos del otoño duerme. 

12 mayo 1997.- 

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