miércoles, 9 de noviembre de 2016
EXPLICACIÓN, DISCULPA
La mano ya no encuentra la otra mano
cuando se estira, ya no dan los cuerpos
el salto de la cita en la penumbra,
ya la tristeza pronunció su estirpe.
Estirpe de los pasos en la pieza,
y cita ahora con los libros de antes
--los que leí cuando la mano hallaba
respuesta--, y cuerpo solitario, oscuro,
con una oscuridad no de caricia
sino de desamor. (Finge la lámpara
asomo de tibieza, y sólo logra
oscuridad de luz; su simulacro
invade la nostalgia con el velo
de la desesperanza. Quién dijera
que las habitaciones nos zahieren.)
En fin, no quiero figurar Arcadias.
Tampoco la protesta, ni el despecho.
Apenas si la enunciación del sitio
real de este poema: las paredes,
la primavera idiota de la noche,
los libros aferrados al reflujo
y la traición o vicio de los versos.
25-7-1997.-
jueves, 21 de julio de 2016
LA MÁS DULCE
Por las veredas del Alto
del Tambor de Tacuarí
van los libros del desquite,
el sifón y los mendigos.
Dice el mendigo al sifón
que quite de allí esas pajas;
el sifón no le responde:
sólo reclama silencio.
(Las veredas del juanete,
los juanetes de la vida,
las vidas del dromedario,
los dromedarios sin rumbo.)
El sifón y los mendigos
luchan contra la lechuga,
los altos de la enramada,
sifón, mendigo y canción.
"No somos nadie", se dicen,
"pero queremos ser otro;
quizá con la sinfonía
se arrepienta el dromedario."
(De todas las medidas, la más dulce
es la del tiempo: lucha de enemigos.)
18 julio 1997.-
jueves, 14 de abril de 2016
PEDIR EL DESAFUERO
--P. P., P. P., P. P."Cariños, Cacho", puse, y te miraba
--C. C., C. C., C. C.
en la estación sin fueros de la muerte.
Una oquedad marcaba, en el postigo,
la desazón de invierno de mis manos.
"Cariños, Cacho." ¿Qué rendida sierpe
te confinó al umbral de la memoria
y de la cárcel? Viejos atavíos
te propusieron trampa, y lo lograron.
¿Qué pediré a tu prometida, cuándo
será el momento de gritar verdades,
con quién regresará la primavera?
Cariños, Cacho, te diré si encuentro
modo y manera de llorar al claustro
con llanto embravecido de ciruja.
25 junio 1997.-
SIFÓN O SU PENDORCHO
"Estaba Critilo mirando aquel mal paradero de todos. Al cabo de un día de siglos, vio asomar a Andrenio a la ventana de las flores en espinas. Asustóse mucho, temiendo su despeñadero. No le osaba llamar, por no descubrirse, pero ceñábale acordándole el desengaño. Cómo bajó y por dónde, adelante lo veremos."
(B. G., "El Criticón")
de los que buscan manos en la noche,
habitación o fuelle para muertos,
precioso remo de lascivas horas.
No por callar la siembra desvanece
la taza los dulzores de su muro:
hay cerrazón y libros en el fuego,
y sierpes y dedales en la mesa.
Ramo de luz, el día no nos llama
a desencadenar la podredumbre,
ni tampoco nos pide que recemos;
así que, por el bien de los que duermen,
paguemos la bondad con celosías
y las caricias con resoples de alce.
19 junio 1997.-
sábado, 19 de marzo de 2016
CLARISSA LICHTBLAU, O LA CLAVE DEMORADA
Tu resplandor, Clarissa, me entretiene
en estos días pobres o confusos,
días del hambre, de la vestimenta,
de pronunciar qué tal y no sentirlo.
Tu resplandor, o tu callada efigie,
o algo que está en la foto y que no está
para los otros, tu mirar severo
o la elección futura. Tu tapado
no pega con la idea de tu voz,
o aún no lo acepté. Se ubica al centro
el cello, guarecido en el estuche.
Como preciosa gema rescatada.
¿Cómo llegaste a actuar en La Segunda
Patria? Volvés, en estos días turbios,
a la dorada juventud prevista
del film. Acaso no serán seis tomas
las que han quedado en mí; pero "Clarissa"
es otro nombre, hoy, en los recuerdos.
en estos días pobres o confusos,
días del hambre, de la vestimenta,
de pronunciar qué tal y no sentirlo.
Tu resplandor, o tu callada efigie,
o algo que está en la foto y que no está
para los otros, tu mirar severo
o la elección futura. Tu tapado
no pega con la idea de tu voz,
o aún no lo acepté. Se ubica al centro
el cello, guarecido en el estuche.
Como preciosa gema rescatada.
¿Cómo llegaste a actuar en La Segunda
Patria? Volvés, en estos días turbios,
a la dorada juventud prevista
del film. Acaso no serán seis tomas
las que han quedado en mí; pero "Clarissa"
es otro nombre, hoy, en los recuerdos.
17 junio 1997.-
PRONUNCIACIÓN DE UN HOMBRE
Murió en Madrid, con frío en las entrañas;
en vísperas de amor. Nunca compuso
cuento o novela malos, o rompió
todo fallido intento. Compensaba
su ausencia de vivir con estatura:
hallabas en su frente lejanía,
visos de resplandor. Dejó en sus textos
vivísimas mujeres --no es exacto
el adjetivo--. Su conversación
fue otro regalo para los amigos.
16 junio 1997.-
en vísperas de amor. Nunca compuso
cuento o novela malos, o rompió
todo fallido intento. Compensaba
su ausencia de vivir con estatura:
hallabas en su frente lejanía,
visos de resplandor. Dejó en sus textos
vivísimas mujeres --no es exacto
el adjetivo--. Su conversación
fue otro regalo para los amigos.
16 junio 1997.-
POEMA AL QUE ES MEJOR NO DAR NOMBRE
La mano; el violinista; las arterias;
el escritor; el paso; el obsesivo.
¿Con quién me quedo? ¿Cuál de mis parcelas
de cuerpo o de dolor puede nombrarme?
Nombre o conjuro de mi yo plural;
o ríspido resumen en un verso
de mí. De mi tristeza. De la mano
del violinista loco. Tantos días
de recabar la sombra. Duele el goce
que no se alcanza. Y el que me prometo
en el olvido o niebla de otro rostro.
Duelen las horas que reclaman alce,
abrazo, cerrazón, puñal, espera.
¿Quién me daría cuenco de retama?
¿Con qué emoción pudiera la penumbra?
Tanto momento de licor cansado
se encierra en este enjuicie. ¿Quién diría
que la colina se tornó reproche?
¿La plaza una estación? ¿Qué más pidiera
que regresar a parras, al aroma
de una curtiembre? ¿Qué no prometiera
por ver que mis palabras o mi aliento
dijeran otra vez o respiraran
el río en que me hundí, costoso mito
de la otredad de mí? Y hoy calabazas,
y giros, y cadáveres, y arena.
el escritor; el paso; el obsesivo.
¿Con quién me quedo? ¿Cuál de mis parcelas
de cuerpo o de dolor puede nombrarme?
Nombre o conjuro de mi yo plural;
o ríspido resumen en un verso
de mí. De mi tristeza. De la mano
del violinista loco. Tantos días
de recabar la sombra. Duele el goce
que no se alcanza. Y el que me prometo
en el olvido o niebla de otro rostro.
Duelen las horas que reclaman alce,
abrazo, cerrazón, puñal, espera.
¿Quién me daría cuenco de retama?
¿Con qué emoción pudiera la penumbra?
Tanto momento de licor cansado
se encierra en este enjuicie. ¿Quién diría
que la colina se tornó reproche?
¿La plaza una estación? ¿Qué más pidiera
que regresar a parras, al aroma
de una curtiembre? ¿Qué no prometiera
por ver que mis palabras o mi aliento
dijeran otra vez o respiraran
el río en que me hundí, costoso mito
de la otredad de mí? Y hoy calabazas,
y giros, y cadáveres, y arena.
16 junio 1997.-
miércoles, 16 de marzo de 2016
EJERCICIO DE PROSA
Cariño de la llama,
felicidad del viento,
si no te busco pierdo mi destino,
pero tampoco aparecés. Callada
en tu estación, me inclino a la desdicha,
no logro dar con formas de tu aliento;
callado, demorado,
hago vivienda en fríos, en ventiscas.
Se me piantó Galicia: desvarío
en once y siete sílabas, locura
de los reflejos. Pierdo mi comida,
o no la pruebo, y vos con tu semblante
contra mi hacienda. Como ves, es gesto
que peca de anacrónico: los versos
son otra forma de llegar al morbo:
temblor de cuerpo y voz, desatendidos
el labio y la mejilla, abandonados
los ojos, condenados a vagar
entre maderos de menor valor.
Y encima el texto que no llega a tu ángel,
el diálogo fingido, monosílabos
cuando te enfrento, poca maña, muda,
para decirte che, qué mal me hacés
--pecando de canyengue contra el Álvaro--.
Y dejo para un próximo poema
las conclusiones obvias.
14 junio 1997.-
ACERCAMIENTO A CLARISSA
Tu mano lisa pudo la ventura
de acariciar las cuerdas o pasajes
hacia otro aroma, mano como remo.
¿Dónde buscar tu mano lisa, dónde
formar o ver tu cuerpo que no cesa?
Y sin embargo te percude el tiempo,
naciste, ya la arruga te adornara.
Pero tu cuerpo, inmóvil en la foto,
pero tu mano, sosteniendo el cello,
pero tus ojos --hacia dónde miran--.
¿En qué momento estás, en qué momento
te tiene el blanco y negro, qué querías,
dentro del film, y qué quería Hermann,
cuándo sabré qué cuándo te refleja?
de acariciar las cuerdas o pasajes
hacia otro aroma, mano como remo.
¿Dónde buscar tu mano lisa, dónde
formar o ver tu cuerpo que no cesa?
Y sin embargo te percude el tiempo,
naciste, ya la arruga te adornara.
Pero tu cuerpo, inmóvil en la foto,
pero tu mano, sosteniendo el cello,
pero tus ojos --hacia dónde miran--.
¿En qué momento estás, en qué momento
te tiene el blanco y negro, qué querías,
dentro del film, y qué quería Hermann,
cuándo sabré qué cuándo te refleja?
14 junio 1997.-
RECUERDO DE LOS INCAS --SUEÑO CIFRADO EN UN SOBRERRELIEVE--
Llaveros, o riberas, o limosnas,
todo mezclado, puro maremoto,
y cuando menos se lo espera el ágil,
monedas de estación, acompasadas.
Llaveros, o riberas.
Maderos, o metal. La lamparita.
La bola de aluminio. La difunta.
Todo mezclado, pero, de repente,
clara estación de la cosecha sana.
Maderos, o metal.
Y así la despedida,
el largo arroz, la ropa,
la noche de costado,
cielo al revés --Solanas--.
Así la despedida se digiere.
Asado de los muertos,
sifón de los occisos,
todo cosecha negra,
y volver a empezar:
asado de los muertos, que nos comen.
Un ciego corrigió la adivinanza:
le puso piedras, cruces y vertientes.
todo mezclado, puro maremoto,
y cuando menos se lo espera el ágil,
monedas de estación, acompasadas.
Llaveros, o riberas.
Maderos, o metal. La lamparita.
La bola de aluminio. La difunta.
Todo mezclado, pero, de repente,
clara estación de la cosecha sana.
Maderos, o metal.
Y así la despedida,
el largo arroz, la ropa,
la noche de costado,
cielo al revés --Solanas--.
Así la despedida se digiere.
Asado de los muertos,
sifón de los occisos,
todo cosecha negra,
y volver a empezar:
asado de los muertos, que nos comen.
Un ciego corrigió la adivinanza:
le puso piedras, cruces y vertientes.
12 junio 1997.-
MACERACIÓN DEL TRISTE
"Caricias del no haber. Siento que cae
la lluvia, o su destino,
ramo de sierpes de estación fingida.
Mi cuerpo y mi no cuerpo.
Los ojos del verano que perdí.
Abeto de los tristes."
Cuando acabó los desesperos pobres,
la lucha de las sombras,
el consentido dolo,
quiso esperar sifones del olvido,
cruentas vacilaciones.
Pero su frente torpe se acordaba
de la canción inútil de la siembra.
¿Y cómo repetir las aventuras,
cómo vencer el orbe
de su armazón? "Callado recompongo
sin conseguir, no obstante, la alegría.
Me deshago en vahídos.
Soplo del quejumbroso."
(Es necesario repasar la pena
y los hallazgos de la adivinanza.
Dejemos los temores.
Esto es canción, y dudas --sus matices--.)
la lluvia, o su destino,
ramo de sierpes de estación fingida.
Mi cuerpo y mi no cuerpo.
Los ojos del verano que perdí.
Abeto de los tristes."
Cuando acabó los desesperos pobres,
la lucha de las sombras,
el consentido dolo,
quiso esperar sifones del olvido,
cruentas vacilaciones.
Pero su frente torpe se acordaba
de la canción inútil de la siembra.
¿Y cómo repetir las aventuras,
cómo vencer el orbe
de su armazón? "Callado recompongo
sin conseguir, no obstante, la alegría.
Me deshago en vahídos.
Soplo del quejumbroso."
(Es necesario repasar la pena
y los hallazgos de la adivinanza.
Dejemos los temores.
Esto es canción, y dudas --sus matices--.)
10 junio 1997.-
SONETO
¿Qué puedo, si imposible vos, probar,
qué queda hacer? Y no es escribir versos
por escribir, sino por protestar,
por intentar conjuros. Son diversos
los modos de dolerse, y el que elijo
es el vano dolor de los poemas,
modo de siembra en el que quedo fijo
a una canción sin tacha (siempre emblemas
que uno y desuno, pasos por la vía
de mi pesar, por cruentos derroteros
de tu imposible, siempre la casida
de los recuerdos: ardo como impía
disolución en morbo, sumo austeros
reflejos de tu ser, cumplo mi herida).
qué queda hacer? Y no es escribir versos
por escribir, sino por protestar,
por intentar conjuros. Son diversos
los modos de dolerse, y el que elijo
es el vano dolor de los poemas,
modo de siembra en el que quedo fijo
a una canción sin tacha (siempre emblemas
que uno y desuno, pasos por la vía
de mi pesar, por cruentos derroteros
de tu imposible, siempre la casida
de los recuerdos: ardo como impía
disolución en morbo, sumo austeros
reflejos de tu ser, cumplo mi herida).
10 junio 1997.-
ACLARACIÓN
Callás. No das azul
de tu canción de mar.
Tus gestos me detienen
como si fueran muros.
Hay algo azul, azul,
que me convoca a vos.
Muros de madreselva,
lenta canción sin fueros.
Y por la senda de los imposibles
me entero de tu risa. No lamento
los imposibles. Risa tan al frente
como un balcón y muro, como un arpa
con solo de soprano. Lentitud
de calle amanecida, de borracho
de tu esplendor. Ardilla del que muere
y ronda en torno a vos, como una sombra
digo y desdigo la confusa pena.
Si nunca acordarás
labio o sombra de tez
en la noche precisa,
recordaré los sueños;
si jamás te oirá
risa a mí de tu faz,
perderé lozanía,
seré tu amigo pulcro.
de tu canción de mar.
Tus gestos me detienen
como si fueran muros.
Hay algo azul, azul,
que me convoca a vos.
Muros de madreselva,
lenta canción sin fueros.
Y por la senda de los imposibles
me entero de tu risa. No lamento
los imposibles. Risa tan al frente
como un balcón y muro, como un arpa
con solo de soprano. Lentitud
de calle amanecida, de borracho
de tu esplendor. Ardilla del que muere
y ronda en torno a vos, como una sombra
digo y desdigo la confusa pena.
Si nunca acordarás
labio o sombra de tez
en la noche precisa,
recordaré los sueños;
si jamás te oirá
risa a mí de tu faz,
perderé lozanía,
seré tu amigo pulcro.
7 junio 1997.-
COMO MANO DEL ÁNGEL
Libro absoluto, libro
como mano del ángel,
potente sortilegio
de volver a sus páginas
a cada instante, cada
palabra como joya,
palabras con presagio,
constante referencia,
idea, luminaria,
libro inhallable, libro
como preciso sueño.
como mano del ángel,
potente sortilegio
de volver a sus páginas
a cada instante, cada
palabra como joya,
palabras con presagio,
constante referencia,
idea, luminaria,
libro inhallable, libro
como preciso sueño.
6 junio 1997.-
miércoles, 20 de enero de 2016
NUEVO EPÍLOGO
I
Siempre poemas de nombrar lo mismo.
De darle vueltas. Como si buscara
un grito, una estación. Una tormenta
viene y arrasa con los desengaños.
Ya ni eso quedaría. Cruel, vacío,
muestro los dados de la lentitud.
II
Pido un café. Marchito, me preparo
a la razón cansada, al explicarme
sin mucho honor. (La taza me convida
esa amargura de los dos silencios.)
Un auto me reclama. Vagabundo
de tu palor. (Insípida amargura.)
Ya no pregunto. Ya la madreselva
toma mi cuerpo, calla un resplandor.
III
Y sigue el infortunio de la mesa,
sigue una plaza que pidió mi noche,
sigue la sombra, en fin, sigue el epílogo
eterno, inacabable, sigue el olmo:
una vez más regresa la distancia.
5 junio 1997.-
CÓMO NOMBRAR LA LLUVIA
Aquí el arrepentido de toda tu voz,
de cada caricia,
labios del metal que ya no nos une.
Aquí el acongojado con sus tres maletas,
todavía no llega la mañana,
todavía es tarde para repetir ciertos gestos.
Todo mi cuerpo tiembla,
no soy sino una caricia sin derrotero,
cómo despertaré de vos.
Todo mi cuerpo cruje,
hay una musitación que te nombra
en el costado azul de mi mesa.
Y, así, cómo nombrar la lluvia, cómo pronunciar cada penumbra
si me endilgaste el labio, costado de la zafra
interminable de derrocar el agua.
No hay nada aquí, no acaba de haber,
hay quien me maniata, quien zahiere,
hay el no acabar, manda y domina
la melancolía procelosa.
de cada caricia,
labios del metal que ya no nos une.
Aquí el acongojado con sus tres maletas,
todavía no llega la mañana,
todavía es tarde para repetir ciertos gestos.
Todo mi cuerpo tiembla,
no soy sino una caricia sin derrotero,
cómo despertaré de vos.
Todo mi cuerpo cruje,
hay una musitación que te nombra
en el costado azul de mi mesa.
Y, así, cómo nombrar la lluvia, cómo pronunciar cada penumbra
si me endilgaste el labio, costado de la zafra
interminable de derrocar el agua.
No hay nada aquí, no acaba de haber,
hay quien me maniata, quien zahiere,
hay el no acabar, manda y domina
la melancolía procelosa.
3 junio 1997.-
CIELO DE OTRO COLOR
Una canción como una noche oscura,
un pacto de silencio,
una armazón de ligas sin destino,
precio del estandarte.
Un álamo sin voz, una frontera,
un precipicio cierto,
la búsqueda de piel en la colina
del orate vencido.
Precio del aguatero,
insólita pasión que, sin embargo,
señala la distancia
de los cuarenta pisos y del aire,
amasijo de puertas,
cuenco de luz para el que niega el nombre.
un pacto de silencio,
una armazón de ligas sin destino,
precio del estandarte.
Un álamo sin voz, una frontera,
un precipicio cierto,
la búsqueda de piel en la colina
del orate vencido.
Precio del aguatero,
insólita pasión que, sin embargo,
señala la distancia
de los cuarenta pisos y del aire,
amasijo de puertas,
cuenco de luz para el que niega el nombre.
23 mayo 1997.-
jueves, 14 de enero de 2016
DIVAGACIÓN PRECISA
En tu nombre
es que habrá que seguir, y seguir, y seguir, y seguir.
(L. A. Spinetta)
I
Puñales, caramelos --como dijo
Dastugue, el de obsidiana--. Ésos, tu dones.
Mi manifiesto, en cambio, es una tregua
pedida. Ni el perdón, ni los ahogos.
Puñales, caramelos. La limosna
menosprecia, el ataque desensilla.
Tregua de tu no ser y de tu ser.
Tregua de vos, de mí, de los resquicios.
Y el encontrarse, con sus dos mulitas.
Y el separarse, y la obsesión del alba,
puñal y sombra, lucha en caramelo.
(Es raro pedir tregua, cuesta verse
como un converso de los tres estilos:
el vino, los amigos, el poema.)
II
Y todo es tan trabado, tan sin gozne,
tan una puerta de la lejanía,
caída, tan cencerro de cristal
--peligra a cada verso--, tan vampiro,
y tanta mala lengua en el recuerdo,
tanto confuso diccionario de alma,
tantos golpes de frío en el costado,
tanta quejumbre, tanta canaleta,
que el paso me vacila de tu nombre,
que incorrección se me presenta a brazos,
que brazo y balbuceo son colegas.
(Y encima remedar las amatistas;
sumar modismos de hambre; consultado
por el temor; capullo de la sed.)
III
Pero callar sería un despilfarro,
sería morir sierpes sin que nazcan,
sería dos más dos, sería gris,
comida sin comer, pasión dormida.
O no, el poema seguiría siendo,
los días un paisaje reparado
y vuelto a reparar, y luego hundido
por la maraña sin perdón del ángel.
Rayo de luz sobre la marioneta.
Los hilos no se ven. Hay cierta bruma
en torno a su cabeza, que reposa.
De pronto, viene Dios. Y allí comienza
a tropezar, a blasfemar. El público
sigue la trama. Afuera, el mundo ruge.
23 mayo 1997.-
CIGARRILLO CON ECO
De una etiqueta de manchado vino
escojo el cigarrillo de la muerte
para leer tu diario de desgracias
y fumo con pesar tus horas desasidas.
¿Qué te pasó? ¿Qué pudo recluirte
en desventuras de cansado brillo?
¿Cómo logró la angustia perfilarte
un rostro endurecido, miradas de metal?
No te fijás en el común pasado.
Me conduelo de verte sin orillas.
Porque, y distante, sé la calavera
de tus días o dagas, de tu collar vencido.
(Y es un recuerdo sólo. Un pensamiento.
Una meditación de tu infortunio,
que ni siquiera llegará a tus manos.
Es sólo un buen deseo. Un voto de mejora.)
escojo el cigarrillo de la muerte
para leer tu diario de desgracias
y fumo con pesar tus horas desasidas.
¿Qué te pasó? ¿Qué pudo recluirte
en desventuras de cansado brillo?
¿Cómo logró la angustia perfilarte
un rostro endurecido, miradas de metal?
No te fijás en el común pasado.
Me conduelo de verte sin orillas.
Porque, y distante, sé la calavera
de tus días o dagas, de tu collar vencido.
(Y es un recuerdo sólo. Un pensamiento.
Una meditación de tu infortunio,
que ni siquiera llegará a tus manos.
Es sólo un buen deseo. Un voto de mejora.)
19 mayo 1997.-
VISITACIÓN PERIÓDICA
lectura de Guillén
Un halo de la luz que te mantiene
se posó sobre vos con suavidad: un roce,
una tenue vasija. Te asombraste
como los niños ante la mañana.
Y recordás el verso de desidia
que azota la vereda de tu rostro.
¡Cómo se va el vacío, cómo vuelve
la claridad marina!
(Juntás tus manos --vibran de candor--
o las llevás a tu costado. Casi
como dormido te envolvés del mundo
que habita tu rincón. En la cortina,
o en la pared --también en las baldosas--,
ríe su risa un ángel, y se va.)
15/05/97.-
domingo, 3 de enero de 2016
POEMA EN CUATRO PARTES
I
Un cigarrillo pide la ternura
de encenderlo tapándolo con manos
de juramento, o manos de equilibrio,
o de satén, o lisas.
Ahora el cenicero se acongoja
de ver el frío de un otoño triste
en el que mueren mucho mis campanas
o cosecha de tos.
Y ahora conmemoro una placita
donde aprendí a toser --pero distante
la tos: en una mesa de metal
mataba la premura--.
Un cigarrillo pide que lo apague
dejando la colilla estacionada
en una vertical sin armamento:
cenizas en otoño.
II
Ahora el frío del otoño se alza
en una ventolina de descuidos:
veo una plazoleta
y una bufanda en esta mesa oscura.
Caminan policías del apuro,
miden sus pasos con un frío viejo:
en esta plazoleta
se oyen sus voces, se oyen sus enfados.
De pronto se detienen ante verjas
de cansado metal, de rezos breves:
contra la plazoleta
gimen palomas, abrigadas de antes.
Y ahora una bufanda calla picos
y calaboza otoños de desmadre:
hacia la plazoleta
muere una mesa, y otra, en ventolina.
III
Crujen las hojas por mi paso viejo,
calladas de sí mismas.
Con su banquete tieso la mañana
pretende inaugurar la certidumbre.
Y la radio preside el firmamento
de las lechuzas torpes,
alitas y miradas que alimentan
al frío en su pasión de comensal.
Y una costilla, un ojo se deglute,
y tapa y lomo tiernos,
y la molleja, y el cuadril --eructa
y pide vino, pan y verduritas--.
Crujen las hojas bajo su mandíbula.
Festín de la memoria.
Festín del otro cuerpo, el que pasea,
y reconoce, y piensa, y se conduele.
IV
En fin, un cigarrillo.
Una pasión vencida. Un estandarte.
Las manos de metal. La comadreja.
La llave de oro. Los cuarenta otoños.
Y la razón del ogro
pervierte la mirada, la vacía,
la deja hueca de posibles lazos,
la agota, la tritura, la desecha.
Y la razón del ángel,
la mesa oscura, los sifones de alma,
la brisa y su torpeza, y el pezón
de la mañana, ramo a contramano.
Y un cigarrillo, siempre.
Pero mejor callar, pero mejor
dejar librado al infortunio el hueso.
Paliza del otoño, o de los micos.
a la fe de Apollinaire
15 mayo 1997, mañana.-
PRIMERA MANIFESTACIÓN DEL NÚMERO
Te tengo, no te tengo, se te siente,
se te presiente, te volvés lejana,
fantasma de la sal, rendida puerta,
aro de nieve, noche de la luna.
Te siento, no te siento, se te tiene
en cloroformo, en hábito, en semilla,
laguna del sediento, rebelión
en la injusticia, seda de ternura.
¿Cómo desovillarte, cómo asirte
si el cenicero niega tu sonido?
¿Cómo cebar un mate a la distancia
si la estación insiste con veredas
en las que te movés como una herida
sin daga y sin vendaje, pardamente?
La cerrazón del cielo no conforma
ámbito claro para la sequía.
Todos tenemos alas de diamante
o la seca canción del infortunio;
todos ganamos golpes con la lima
de los que encierran, de los que someten.
Y silba el caramillo de la duda,
cierra su mente el artefacto y niega,
inauguramos libros sin sosiego,
caras de poste alumbran las cantinas.
Pero una elocución muestra, por radio
y a altas horas, que lo que conocimos
vuelve en vahídos torpes, y las canas,
si por un lado dicen de las horas,
por el otro, muletas innombrables,
muestran un reino de paisajes muertos
y vivos a la vez, y en una llave
vemos un vaso, y en un disco un bronce.
Y así te conejeo, junto briznas
de tu lámpara fiel, y recompongo
la siesta de los besos, y conjuro
tu hambre sin diente que me dicta versos
como lisas medallas del pasado,
colina sin ropaje o escenario
por descubrir, cuaderno sin ribetes
en el que pido tu collar oscuro.
Hay una cama ahora en las baldosas,
cobijo de la vela; allí descansa
un número infernal, arquitectura
por elevar. La flecha de tus ojos
lo dibujó, sin reparar en gastos.
Alimento ese número con agua
y nada más. Mi tumba es otro número
que en los pasillos del otoño duerme.
se te presiente, te volvés lejana,
fantasma de la sal, rendida puerta,
aro de nieve, noche de la luna.
Te siento, no te siento, se te tiene
en cloroformo, en hábito, en semilla,
laguna del sediento, rebelión
en la injusticia, seda de ternura.
¿Cómo desovillarte, cómo asirte
si el cenicero niega tu sonido?
¿Cómo cebar un mate a la distancia
si la estación insiste con veredas
en las que te movés como una herida
sin daga y sin vendaje, pardamente?
La cerrazón del cielo no conforma
ámbito claro para la sequía.
Todos tenemos alas de diamante
o la seca canción del infortunio;
todos ganamos golpes con la lima
de los que encierran, de los que someten.
Y silba el caramillo de la duda,
cierra su mente el artefacto y niega,
inauguramos libros sin sosiego,
caras de poste alumbran las cantinas.
Pero una elocución muestra, por radio
y a altas horas, que lo que conocimos
vuelve en vahídos torpes, y las canas,
si por un lado dicen de las horas,
por el otro, muletas innombrables,
muestran un reino de paisajes muertos
y vivos a la vez, y en una llave
vemos un vaso, y en un disco un bronce.
Y así te conejeo, junto briznas
de tu lámpara fiel, y recompongo
la siesta de los besos, y conjuro
tu hambre sin diente que me dicta versos
como lisas medallas del pasado,
colina sin ropaje o escenario
por descubrir, cuaderno sin ribetes
en el que pido tu collar oscuro.
Hay una cama ahora en las baldosas,
cobijo de la vela; allí descansa
un número infernal, arquitectura
por elevar. La flecha de tus ojos
lo dibujó, sin reparar en gastos.
Alimento ese número con agua
y nada más. Mi tumba es otro número
que en los pasillos del otoño duerme.
12 mayo 1997.-
TRÍPTICO DE LA DESHONRA
"La humillación no tiene límites."
(El Gabo.)
I
Una bujía en una pieza oscura,
una canción en un silencio muerto,
la calma del tabaco en la ansiedad,
un beso, una caricia en la distancia.
Mi alma pide sosiego,
manos mi desazón, ternura mi hambre,
una guitarra tenue,
un libro como silla
quiere la soledad de mi silencio.
Y mientras tanto miro, en la ventana,
los seis barrotes tristes del hastío,
y mientras tanto, con indiferencia
y a la vez con temor, escribo versos.
(Versos o la plegaria de la noche,
versos cansinos, versos
como una dentellada al infortunio,
masticación amarga, derrotero
de un hombre sin amada.)
II
Brillo tuvo esta sombra
otrora, cuando el viento
meditó su impotencia
contra mi ser y, cauto,
doblegó en inclemencia ajenas cañas.
Entonces era fuerte,
entonces respiraba
sanidad, y a mi lado
una mujer sin sable
me murmuraba frases de esplendor.
Tiempo perfecto, brisa
que en mí posó su ciencia,
ahora la añoranza,
la sequía potente
me lleva a cultivar versos sin sueño.
¡Indiferente el mundo,
clavado en su postura,
me obliga a ejecutar
la danza del olvido!
(Pero me niego, sigo en la aridez.)
III
(Y, tenido por mí,
prolongo escritos de saber dudoso,
y dejo el azorarme, el sorprenderme
ante la lámpara, el pincel, el musgo.
Lugarteniente Swann,
conjuro sierpes, incremento pausas.
Lugarteniente Swann, rememorable
como en el hijo gesto o simulacro.)
9 mayo 1997.-
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