Un olmo, una estación, un puente.
Una pasión medida.
El hábito confeso de esperar señales.
Alma del cigarrillo.
No todos tenemos manos de vivir,
no siempre, ellas se apagan
en la pronunciación de ciertos rostros,
atanor de las lentitudes.
No siempre se cultivan rosas,
a veces las robamos en la noche del otro pecado,
cajitas del metal
que no nos sigue.
/ (La distancia
que separa mi piel
de toda vereda mustia y entrañable,
la fogata cruel que no termina de consumir mi mente
y que la macera, la macera,
la trepanación posible,
el vuelo lúdico y doloroso de mis palabras,
que se detienen en todo borde pulcro,
la dilapidación del ojo,
eterno comparsa de la respiración.)
Maduración extraña
del que no se persigna frente al ángel,
del que quiere la estancia de la ruina,
del que no obtendrá su ajolote
al cabo de la extensa busca.
Maduración ignota
del que colecciona piedras pálidas
que vibran al dorso,
instaladas en la tristeza.
No tengo el alfabeto de la sierpe,
no tengo el alfabeto de la montaña,
no tengo el alfabeto de ningún madero:
ciega Estación,
Olmo disecado,
enmudecido Puente.
(Me detendré en el tacto,
en la transpiración,
la torcedura,
me detendré en un gesto
usual, insuficiente,
para intentar decir esa medalla
que no voy a enterrar
y que me mide.)
5-3-1997
Hálito, o sudor, o sacrificio, o patrimonio bien medido.
O la frontera pensada, o coches.
En todo caso puentes, las vías de pasar, el prado,
las cortinas de humo, las enredaderas,
el precipicio al cual nos acercamos siempre,
la máquina indefectible.
O en todo caso no, correr, correr, correr,
llegar o no llegar, siempre el olmo,
correr, correr, correr,
como si no fuera posible,
como si toda estación fuera momentánea,
como si una orilla condujera a otra, siempre la distancia,
callada la distancia, siempre,
siempre, acaso, nunca,
la ruta de los rostros muertos.
3-3-1997
Tu rostro y tu disfraz, tu campanario
y tu enajenación: camino siempre
bajo ese vario signo, y la promesa
de verte es más lejana que la daga.
Miro mis pasos, veo mi derrumbe
y me arrincono en la canción del este;
si tu rostro me dice de la altura,
de tu disfraz me ciega el espejismo.
Y así me instalo en la jugada doble
no de rememorar cruces y besos
sino caricias y a la vez espantos:
vahídos ciegos de los escondidos
fantasmas del sopor, y el fiel desierto
de la caída de tu velo azul.
21/2/1997
El álamo se torna enredadera
si la carroza de las cuatro sierpes
corre y crepita por las vías arduas
del mirar silencioso del conejo.
O no, se torna fiel representante
de las almas perdidas que no esperan
el desentumecerse de las lianas
de todo otoño de follaje triste.
Álamo y muerte como monederos,
como comparsas del duro teatro
de los libros leídos en la sombra;
álamo y vida, vida de los álamos
que marcan la pradera indefinida
en que los tigres gruesos se persiguen.
20/2/1997
Un pétalo, una aldaba, un incensario,
y la luz de tu otra colina vuelve;
no ha de gemir el olmo en ese instante,
ni se pervertirá la simpatía.
Una canción, la piel, una fogata,
y la luna tendrá su compañero;
no será tarde, no será prohibido
el nuevo nacimiento de tus ojos.
(Pero al presente tu mirada muere
en lazos apagados, y tu mano
sigue la curva de los doloridos;
pero al presente tu silencio cruza
riberas de estupor y menosprecio
por la sonora gema de la risa.)
18 de febrero de 1997
Emoción honda, y desamparo triste,
y besos y caricias desterrados,
y precipitación de la amargura,
y pacificación, y el entretiempo;
y espera tibia, y caminata airada,
y la brisa de noches con amigos,
y volver al tiempo temido y grave
de la doble premura de las fotos.
Un árido sillón me inmoviliza,
un libro como golpe detenido,
son del metal de los amores turbios;
y una cadena oscura, como sierpe,
me devuelve el temblor y la embestida
y la canción eterna de unos labios.
22/1/1997
Álamo sin voz;
preciosa diadema ajada;
decapitación insuficiente;
lirio del metal insulso;
vaso de líquido ambarino, abandonado;
relicario o frontera;
baldosas de la transpiración, siesta forzosa;
el pasto predilecto de las aves;
cuaderna de la muerte;
cenicero mustio;
patadas, pataleos;
y la dorada siembra del otoño, las tienditas, el mate amargo en una habitación vacía, la seca pronunciación, el olmo.
21/1/1997
"Monitos de la gracia,
¡entorpeced mi ataque!"
M. Rodríguez Pena, Canto a mi natalicio
Sin pista cierta de tu derrotero,
sin mapa de tu amor que confeccione
pasos de sombra, vahídos inciertos,
sin cofre del tesoro demorado;
y sin embargo liso, luz, capullo,
listo para el derroche, para el tiempo
de la entrevista gema, para el alce
y para la marsopa, circular
como viejas medallas hedonistas,
anticipado y fiel a la costumbre
del beso sin reproche, panecillos
de la estación florida; y sin ambages,
cuchillo que no mata y que no muere,
cabecilla del Grupo del SIlencio,
enamorado de la propia sombra,
garúa fina de las contorsiones
enumeradas por la clara noche
del silbo de los labios que no callan
y que no ocultan sus estratagemas,
finísima carilla y su reverso,
sistema seco, declarado pacto.
10/1/1997
"Tres redes blancas en mi pensamiento"
M. Rodríguez Pena
Tengo las redes de tu despedida.
Indómitas, se mueven cuando quieren,
y almacenan un tiempo sin retorno.
Las miro, sigo sus declives suaves,
montañas de la paz cuando dormitan,
o las persigo si se sobresaltan,
o me capturan si me intranquilizo.
Y así quedamos: nunca la confianza
y siempre los rastrojos de la duda:
si se formó esta red con la desdicha,
o con recuerdos, y si se desarma
con tiempo, o con olvido, o con la muerte.
5/1/1997
Y los que no son capaces de distinguir placer de goce,
y se abandonan a la confusa experiencia,
han sido representados en tu cuadro,
oh angélico, lienzo laborioso
con que compensas la sutil tarea
de esos descarrilados.
La gente mira tu tenaz pintura
--atraviesa los siglos--
y comenta, no del todo consternada,
tu terca inclinación hacia los fracasados.
4/1/1997
Soy yo mi prisionero y mi asesino,
y la ordalía de los días turbios;
ausente de mi bien, indiferente
a veces, pierdo la mejora propia.
Insulso y detenido rememoro
horas pasadas y en ellas me instalo,
y desmejoro la tenaz estela
sabrosa, no culpable, del presente.
Y ahogo dichas, y persigo el duelo,
y desconcierto a la aterida mano
que espera mi caricia, y no dispongo
de generosidad para el error;
es tiempo de adoptar otra postura
para mí mismo, y de vivir tranquilo.
2/1/1997
Costosa ceremonia de los bienes
abandonados a la desmemoria:
uno llama a difuntos
mientras que el otro, como un agua viva,
te hiere y te abandona en lentitud.
Dados lanzados sin pensarlo mucho:
uno queda en las garras
del tigre que no olvida sin ofensa,
otro cae al pantano,
otro se va rodando, sin frenarse.
Dados, o runas; hienas
que se mueven tranquilas
y de pronto te atacan, o se ríen,
y no podés quitarlas
de tus días sin tregua.
30 dic. 1996
Como un puñal que nos espera a veces,
oculto bajo un saco, o en la mesa
de una pequeña habitación a oscuras,
inmóvil, silencioso; como el frío
que nos acompañó en la madrugada
en que quisimos alcanzar a ver
otra medalla, nada de lo mismo,
y nos quedamos con lo cotidiano;
recién nacido, inquieto; con cuidados
de adolescente fiel a sus sentidos,
de matrona que auspicia el regateo;
desesperado y suave, melindroso
como el anciano que no tiene sueño,
como la perra si le llora el hijo.
29 dic. 1996
Y leo, leo, leo, como un mar sin destino,
y repito las formas, y no sé describirme
--la descripción no ofrece camino ni consuelo--,
y vuelvo a mis afanes sin importarme el costo,
y abandono mi cuerpo, y abandono la vida,
y no encuentro la paz de una voz o una mano,
el gesto, la caricia que satisfagan mi hambre,
y me repito terco, y estallo o me contengo
indefinidamente, sin tapera o meandro,
furioso de mí mismo, desorbitado y mudo.
Facilidad del verso me aburre, desatino
de la velocidad de los días iguales
me obsede, pensamientos me atacan sin perdón,
fatiga del amigo practico, sequedad
de la dura palabra, seda sin firmamento
de la palabra suave me siguen, alimento
que no puedo tragar se acumula, vacío,
en mi estómago idiota, indiferente, vago.
Y hastío de mi rostro, y de mis manos torpes,
y torpeza sin meta, sin epílogo, estéril,
y desconsuelo siempre, martellato del triste,
estorbo de mi propio deseo inalcanzable.
10/12/1996
Sin voz, perdido, me remonto a tu mitología,
mitología nueva, personal, prepotente
de todas las demás sensaciones,
y abjuro de vos, y sin embargo vuelvo
a tu horizonte virgen, y recuerdo noches tibias
en que cruzarse de cama
era consigna difícil de cumplir
y sin embargo iba, volver a tus pezones
como preludio de un sexo temeroso,
los juegos del gallito, la faz resplandeciente
por el deseo, la danza de la noche,
la fruta de tus labios que no hablaban,
recuerdo la nochecita en que conversamos a la luz de la luna,
la sombra de las ramas,
como un mendigo de palacios
vuelvo a las fotos, y no puedo desexiliarme,
patrón de las mujeres,
diadema de la lujuria dulce,
motivo del recuerdo,
miro tu voz en todos los versos del pasado
que dicen sin perdón,
se suceden las trepanaciones,
se eterna mi deseo de tu lumbre.
9/12/1996
Pareja de la nieve,
cóncavo espejo de final tersura,
tu levedad o aliento,
tu imagen desafiada,
señales accesorias sin tu brillo.
Oscuridad o altura sin reflejos,
marmita y dentellada de la noche,
esperada yacija,
velamen de silencio,
capa ambarina que devora pronto.
Navaja repetida,
captura sin retorno,
la brevedad sesga al lozano, y sigue
la ruta de las manchas
de la vejez, y sigue el desarreglo.
Precaria vocación sin la promesa
del culto esperanzado,
invitación al duelo presentido,
rasguido inapelable
de la guitarra de las cinco cuerdas.
27/11/1996
Decrepitud de salas
que juegan al mutismo de pasiones
que allí se dieron: sus mesitas bajas,
sus carpetitas,
sus pisos, amarillos o alfombrados,
ocultan la frescura
de modos anteriores,
difíciles de ver o repetir.
Salitas viejas
de olor cansado,
cosidas por las olas
de polvo engatusado en las cortinas,
salitas de la taza
de té junto a la anciana
que muestra el álbum
de fotos que se siguen como campos:
su voz es una tumba
risueña o melancólica,
sus muros se abandonan al silencio.
25/11/1996
Tiempo de la señal, tiempo del oro,
distante, reflejado; luminaria
que no se aleja y sigue allá en el frente,
precisa como el paso que no damos
y que queremos; claridad del orbe;
tiempo sin fines, completud eterna,
exacta ligazón de los objetos:
deja tomar el rojo por el rojo
sin preguntarse el justificativo;
luz y frontera, meridiano propio;
y tiempo de la danza y de la fruta,
escenario formal y tan colmado,
siega del día, daga de la noche,
sombra que no esperamos y nos roza,
lápiz altivo que señala aristas.
1°/11/1996
Puerto seré de penas y poemas
que no deslumbrarán al hombre bruma
del día de hoy, mas por la inquieta suma
descansaré mis doloridos temas.
Recitador seré que al desconsuelo
no comprometa, mudo por amable;
recitador mental que más bien hable
del tiempo con los hombres, por recelo.
Callado y vil me sentaré a la espera
del fuelle que compense mi andadura;
caminaré sin rumbo, como cera
consumiré mis días de pavura:
más vale proclamar que no sé nada
a que me lean --ansiedad odiada--.
31 octumbre 1996
Aquí, con mis dos manos, y el silencio.
Y la brisa se pierde,
y no hay negociación o despedida
perversa, y ni siquiera
olvido, padecer, inmiscusiones.
Sólo el mundo infinito,
la posibilidad de la palabra,
llave, o cadena, o ruego
medidamente dicho, susurrado,
con que nos permitimos
la fe borrosa de la lejanía.
29 octubre 1996
Una guarida apenas
he conseguido alzar en este mundo,
refugio incierto,
medido, del recelo.
Gruta interior de lapidar estados,
gruta para el naufragio de caricias
que mis dos manos pierden.
O cruel paseo del tiempo,
garita de las negaciones
crecientes, consumadas,
cesura que circunda un orbe
reducido a recuerdo.
O sólo temor precario,
tal vez inquebrantable,
de una sola palabra.
29 octubre 1996
Promete sabiduría
la larga fila cansada,
la que desfila a los tumbos.
Comejenes de paciencia
la atacan --su rey proviene
de arrecifes de coral--.
La altiva noche se cierra
sobre los cogotes tiesos
de la fila, negro fuelle;
olitas y dentelladas
son los parejos ataques
de los dos bandos opuestos.
"¡Evohé!", gritan los peces,
"¡evohé!", canta la noria,
y un azul de asesinato
se pasea por el puerto.
"¡Evohé!", clama la fila,
"¡evohé", los comejenes.
(Todo final es incierto,
pero la muerte es señora.)
28 de octubre de 1996
Dirás, o te dijeron, o dirías
"mirá, mirá la nube",
"el pétalo", "la aldaba",
y cada luminoso objeto
que el azar en definida entrega
muestra. Cruel meandro,
no perdurable aroma.
octubre 1996
Confusa melancólica herejía
de los arrieros, triste canzoneta
y su razón, que cólicos secreta,
arrumaco de jíbaros, arpía
desobediente y loca, desaciertos
del húmero y su prole, campanarios
de sol sin luz, cigüeñas que esteparios
lobeznos comen --infusión--, abiertos
campos tendidos, pipas desatadas
--sudor y desenfreno y humareda--,
panchos y dromedarios y vereda,
llanero vil, indómitas majadas
secas, silvestres, lisas, arenosas,
confusas, melancólicas, pulposas.
14 octubre 1996
Pasión, pasión añeja, destemplada,
pasión usada en tiempos de orfandad,
cuando el silbido te salía a ratos,
cuando mirabas más intensamente;
pasión de las caricias entrevistas,
pasión de historias que no se repiten,
menoscabado tiempo del recelo,
tiempo difícil, heredad perdida.
Pasión enredadera,
ex-valiente perrito
que, hirsuto, ya no muerde;
pasión como glicina,
colgada del recuerdo
enamorado y mustio.
13-10-1996
Cristal, cristal, tu voz o siega,
tu indómita, tu lumbre,
cayado o seda que no me recorre,
tu voz, cristal, tu siega,
amatista que no podemos elegir,
precioso relicario,
sinceridad o precio de los ciegos.
setiembre 1996
Pura tensión o música
sinfónica, metal,
regueros vespertinos,
casacas de arrabal.
Pisos y madrigueras,
insulso pretendiente,
calefón o marinas,
escala que no siente.
Y hábitos desmadrados,
golosinas sin sales,
meseros y repisas;
y pepitas tramposas,
dientes como remeras,
libros, tul y cornisas.
setiembre 1996
Cayó tu canción, cayó tu frente, cayó cruel el latigazo adusto
del infante que en batalla conmemora al enemigo,
cayó la polvareda sobre tu rostro --quedó cubierto de granito,
infausta estatua que representa el orbe--,
cayó en madejas la cerrazón impía, dura lumbre,
cayó como centímetro fugaz.
Luego, lentamente, y como deseando el papel de estaño de la regeneración,
volvió a alzarse la arpía,
se recompuso el viento,
ardida tregua de clamor confuso, envuelta en el sistema
--indescriptible ligazón de juntas--, faz o llave
que injuria sin rodeos al opuesto, rico túmulo
donde se pueden encontrar los albos.
(Y un ámbito final, de cigarrillo,
de acierto o pesa que recuperaría el estandarte altivo de los términos,
de vaso o cerradura de combinar casacas,
encasquetó los tremolantes cedros, conquistó el arrepentido puente, fijó la murmurada hiedra,
devino soga.)
11/9/1996
Racimo o voz que como sierpe indaga,
que absuelve o que pervierte la promesa,
honda raíz, intrépido madero,
carilla despejada, seca noche.
Voz o cigarro de anaqueles lisos,
nervio que el ansia de jarrones ciega,
arrinconada tácita elegía,
callado firmamento, llave o bruma.
(Si el arco regenera los ocultos
de la oración, y el centinela advierte
grises soldados que requieren lucha,
arco será sin margen de cuchillo,
adusto centinela que el contorno
del enemigo seguirá en silencio.)
10/9/1996
Por un instante el trino, por un tiempo
la delicada pasión que resguarda
la uña en el sonido, la compuerta
sutil y laboriosa
del encadenamiento, o la llave
secreta y deseada
del eslabón y el ciervo; por un lapso
no mayor que el que liga un beso a otro,
una caricia a otra,
la desviación elemental,
el presentido espacio,
la suave respiración que atrae
al aire y su madera,
los almohadones blancos de la lluvia,
la súbita estación del ocre.
22 de agosto, 1996
Pañuelo sin su gasa, campanario
enmudecido, firmamento terco
de estrellas o de brillos ya lejanos,
innumerable, inmejorable suma.
Osario, y su sudor, y letanía,
y afán sin muesca, y pesimismo dócil,
y recuperaciones, y desmanes,
y sabios, y tullidos, y monsergas.
(Si la acosada voluntad anuncia
versos o vías de sentir lo muerto,
y la enumeración lo facilita,
la aldaba chueca de los resultados,
las puertas entornadas, menosprecian
tanta sutil labor, y la descartan.)
1996
Y su alta traición del dolor medido.
Perder el orbe, resarcir el duelo
y abandonarse a la quietud pareja.
La cinta que te ciñe y que te ahoga.
La ciega mirada. La compostura
que reclamás. Ardidas
noches, el desamor de cenicienta
voz, el desasosiego,
la cítara indiscreta y su cuñada.
No compartir el vicio de la muda
de piel o de emociones. La tranquera
inesperada y tibia que no cruzo
(pavor del protocolo).
/ Los papeles,
devoradores fieles.
Un resplandor implora la ceniza.
agosto 1996
Moneda limpia de la edad sin pausas:
arrullos, su navaja predadora,
trepanación artera, cabildeos
que prometen tratar la nueva ausencia.
Sacos y desunión que no resuelven
la noche de los golpes: cucuruchos
cansados, visitación de las hojas
del otoño, cigarros sin aliento.
Si ajuar desnudo, calesita terca,
marrón del labio, repisa asomada
al cuenco de la mesa y de las manos;
canción desaliñada, contorsiones
en mangas de camisa, devaneos
y resoplidos, perdida retama.
31/7/1996
La discreta amabilidad de un perro
que mueve la cola para recibirnos,
con sus zalamerías galantes
y su hocico de medido encanto;
o la mosca muerta en la mesa,
y de lado, como si invitara
a una tácita reflexión,
herida sin piedad por el invierno;
e incluso el árbol,
su estabilidad azul de salvavidas,
elfo oculto por el tiempo,
esperanzado retoñar reglado:
mensajes discontinuos
que una conversación reúne,
que una opaca pintura
puede ilustrar, perdida
en un cuaderno de bitácora joven,
o que un cigarrillo pide
relacionar, en el silencio ruidoso
de una siesta entre papeles
que hablan, sin descanso, de otra cosa.
27/7/1996
Y sin embargo, más.
Sigue una ruta hasta perderse en llanto;
la daga medita, recostada
en el lujoso diván sencillo,
la muerte próxima de una pradera;
un libro calla.
Y sin embargo, más.
La pasión de los amantes nuevos
resguarda la remembranza;
el tiro de un fusil persigue
a la paloma de los tres deseos;
polvo guardan los armarios blancos.
Y sin embargo, más.
Un disco repite melodías
de otra estación; una pincelada
de humillación se dibuja
en el rostro ajado de un viandante;
lentos rugen los autos.
Y sin embargo, más.
24/7/1996
Tengo una canción azul,
secreta, tez aniñada;
su llama, su resplandor
aparece por la tarde.
Tengo una canción azul,
azul como una campana,
con un duende que sonríe:
viene contento y descalzo.
Tengo una canción azul,
¿y quién quisiera escucharla?
--Por mis dedos corre un río
secreto, luz y penumbra.--
18/7/1996
Labio de nieve, filigrana suave,
capullo, su bordado, celosía,
preñez y sombra, detenida estancia
de la voz, de la brisa, de los puertos;
desilusión, o atisbo, seguimiento
y pérdida final, recrudecida,
marea consecuente, oscilaciones
del aire, fina trama; su repliegue
es posterior al duelo,
ínfima huella de la contextura
varia, diversa, huida
que no tenemos, breve pasadizo
sellado, inexpugnable;
no recompensa es el sutil tesoro.
5/7/1996
Moneda impía, del rencor, tus ojos
(dejame hablar así, que me consuela),
y esa razón inapelable, el beso
con que me clavaste en blando pasado,
decime cómo los concilio, oh dulce.
3/7/1996
"Admito la ambición, no el infortunio"
dijo un imberbe, y de su frente torpe
se desprendió la sombra hitleriana
que hubo inspirado su palabra necia.
"¡Viva el cobarde, mueran los valientes!"
afirmó, de otra parte, el emisario
de voces conocidas, populosas,
y un humillo partió de su cabeza.
"¡Mejor la insidia, y la sutil lujuria!",
"Quizá convenga que seamos viles",
"Yo voto por la gula", se escuchaba,
y vapores recorrían el aire;
y, fascinados, mis ojos seguían
la negra reunión del rencor y el tedio.
2/7/1996
Ceniza herida, menoscabo austero,
sonrío de tu amor y sus dolores,
porque el amor se acaba con la muerte,
y aun antes, y la dicha, y la memoria.
Temores de la muerte son cuidados
enojosos en tan principal hombre,
y recelar del día y de los muros
--¡no se derrumben!--, achaque de viejos.
Seis tumbas hubo en tu cansado cuerpo
que, no contento del borracho paso,
tuvo en sí mismo su santuario propio;
hombre de amor a España, no tuviste
paciencia o risa de tus finitudes:
alimentaron tu paz con tu hastío.
1° de julio de 1996
De todo sabes y a todo te refieres
en ilusoria monserga,
y es quien más te escucha quien más descree
de tu patético blablá brillante,
de tu oropel vacío, de tu vicio.
26/6/1996
Mapeado de vos practico,
enumeración de geografía
tuya, moneda resguardada,
insólito esplendor del piso
piso, las cosas son reflejo
de vos, el humo de la sopa,
la gorra de mirada triste,
el lento piso abandonado afuera,
arremangado y vil y perfumado,
el gorrión temprano y su sudor, la entrega
y el villancico de un perro
que espera Navidad y ladra:
reflejo franco y reflejo neblinoso,
osado reflejo, y tímido:
todo posible reflejo viene,
chubascos de canillas flacas,
turrón perdido en una escalera
que lleva al cielo, vereditas verdes,
muebles sin crimen, ventanas sin paciencia,
a veces otro rostro,
otro dulzor, la suavidad, la brisa;
25/6/1996
No quepa duda de que la mañana,
de que el cartero,
de que, finalmente, el árbol.
Un libro tiene, se le reconoce,
las hojas se detienen en, el lomo,
la cartulina azul de tu mirada.
¡Cartero azul y mediodía frío
y azul, árbol azul y libro azul,
y mirada, mirada sin su rostro,
azul, azul, mirada abecedario!
23/6/1996
Un comedido piso
modula el fuego de los cuatro torpes.
"¡Eh!", dice el primero, "¿no amanece
cuando cortamos nuestras uñas mudas,
regueros de estación los ojos,
y filtro nuestro adiós, molleja nuestros libros?"
"No supiste callar
cuando el abeto dulce te impidió la huida.
No tuviste valor
para ser un mariachi de pestañas azules."
"¿Y tu rojez, y tu altivez sin ceño?"
"¿Y tu maroma, comisura chueca?"
Callan los otros dos:
su hermosura imposible
tiene gorra de frío, manteca detenida.
21/6/1996
La flor desilusión,
el roce y la mañana presentidos,
las evocaciones al borde de una mirada;
el abeto topo,
el confirmar que una lata muerde,
la suave lepra del ocaso;
o los mugidos de una vaca loca
que orilla la etiqueta;
o el ascensor que duda,
que nos lleva a pensar en una muerte idiota;
y el recelo de los labios que hemos disecado
y que nos miran desde la vitrina de oro
de todos los pasados sin presente;
matices de un cuadro en ciernes,
esbozados apenas,
el de una constatación como la que reconoce
el tam-tam monótono de una casetera.
17/6/1996