dijo un imberbe, y de su frente torpe
se desprendió la sombra hitleriana
que hubo inspirado su palabra necia.
"¡Viva el cobarde, mueran los valientes!"
afirmó, de otra parte, el emisario
de voces conocidas, populosas,
y un humillo partió de su cabeza.
"¡Mejor la insidia, y la sutil lujuria!",
"Quizá convenga que seamos viles",
"Yo voto por la gula", se escuchaba,
y vapores recorrían el aire;
y, fascinados, mis ojos seguían
la negra reunión del rencor y el tedio.
2/7/1996
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