Y la brisa se pierde,
y no hay negociación o despedida
perversa, y ni siquiera
olvido, padecer, inmiscusiones.
Sólo el mundo infinito,
la posibilidad de la palabra,
llave, o cadena, o ruego
medidamente dicho, susurrado,
con que nos permitimos
la fe borrosa de la lejanía.
29 octubre 1996
No hay comentarios.:
Publicar un comentario