sábado, 11 de julio de 2015

REQUIEBRO REVOLUCIONARIO

Cayó tu canción, cayó tu frente, cayó cruel el latigazo adusto 
del infante que en batalla conmemora al enemigo, 
cayó la polvareda sobre tu rostro --quedó cubierto de granito, 
infausta estatua que representa el orbe--, 
cayó en madejas la cerrazón impía, dura lumbre, 
cayó como centímetro fugaz. 

Luego, lentamente, y como deseando el papel de estaño de la regeneración, 
volvió a alzarse la arpía, 
se recompuso el viento, 
ardida tregua de clamor confuso, envuelta en el sistema 
--indescriptible ligazón de juntas--, faz o llave 
que injuria sin rodeos al opuesto, rico túmulo 
donde se pueden encontrar los albos. 

(Y un ámbito final, de cigarrillo, 
de acierto o pesa que recuperaría el estandarte altivo de los términos, 
de vaso o cerradura de combinar casacas, 
encasquetó los tremolantes cedros, conquistó el arrepentido puente, fijó la murmurada hiedra, 
devino soga.) 

11/9/1996

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