y besos y caricias desterrados,
y precipitación de la amargura,
y pacificación, y el entretiempo;
y espera tibia, y caminata airada,
y la brisa de noches con amigos,
y volver al tiempo temido y grave
de la doble premura de las fotos.
Un árido sillón me inmoviliza,
un libro como golpe detenido,
son del metal de los amores turbios;
y una cadena oscura, como sierpe,
me devuelve el temblor y la embestida
y la canción eterna de unos labios.
22/1/1997
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