Ya se hace de noche. Fumo mi cigarrillo gris, y extraigo valentía de mi soledad para evocarte, mi querida gorda camión, mi gorda gorrionazo. Mi lira es impropia de tu grandeza, de tu seriedad romántica, del fuelle que siempre preludia a tu paso. Respiro hondo, pido todo el aire de esta pieza humilde, y me dirijo a vos con los siguientes versos:
¡Gorda divina, boca de compota,
manos azules por tentar mi cuerda,
cabello como de ángel, entrevero
para el varón, colina chupasangre!
¡Gorda distancia, gorda lejanía,
abeto para el ojo de los tristes,
paso gendarme, lucha de la sombra,
gorda como nación, gorda verano!
(Y yo que te deseo pa'l invierno,
yo que sueño con tu alma de edredón,
yo que pedí encontrarte, y no viniste...!;
y vos, con tu sonrisa de fogata,
vos y tu cuello, pasadizo grande,
vos, entrevista, recordada ahora...)
4/5/1997.-